Hogwarts Legacy – Análisis_1

  • Guía Hogwarts Legacy: trucos, consejos y secretos
  • Nos hemos puesto muchas veces en la piel de Harry Potter, tanto en aquellas aventuras que salían a la vez que las películas como en los juegos de LEGO, y sin olvidarnos de los RPG para Game Boy Color y Advance. Pero dejando de lado aquel denostado juego para móviles, ninguno nos ha dejado que seamos nosotros los protagonistas. Hasta ahora. El 10 de febrero (tres días antes si se compra la Edición Deluxe) llega a PC, PS5 y Xbox Series Hogwarts Legacy, un título que se verá de manera distinta según quien lo juegue.

    Para muchos será otro RPG de acción en mundo abierto de manual, otra experiencia estructurada en torno al molde de los Assassin’s Creed modernos, los Horizon o el reciente Gotham Knights, también de Warner Bros. Games. Otro más. Pero para los fans de Harry Potter será diferente. Avalanche (los de Disney Infinity, no confundir con Avalanche Studios, los de Mad Max y Just Cause) ha construido una aventura mágica, enorme, que por fin nos deja ser el mago que queramos ser, y que tiene en la representación del Mundo Mágico, en su ambientación, una de sus mayores bazas, hasta el punto de que pueda convertirse en uno de los juegos favoritos de algunos a pesar de que su propuesta jugable tenga algunas molestias.

    Una aventura con tintes oscuros

    Como no podía ser de otra manera, nuestra aventura en Hogwarts Legacy comienza con la carta de admisión a la Escuela de Magia y Hechicería. Y por supuesto, podemos crear a nuestro propio mago o bruja con un editor muy completo, pero que no abruma. Pero no somos un mago o una bruja más entre los cientos de alumnos de Hogwarts. Nuestro personaje y nuestra historia es especial. Entramos directamente en quinto curso (una edad que permite al juego tratar temas graves y hacernos sentir poderosos), y tenemos un don único: vemos vestigios de magia antigua.

    Desde antes de que nos pongan el Sombrero Seleccionador y nos asignen una casa (que podemos modificar si no estamos de acuerdo, aunque en la práctica solo afecta a detalles nimios como los personajes que conocemos en la sala común y el cómo se dirigen algunos alumnos a nosotros) ya se ve que nuestro avatar tiene unas capacidades que rivalizan con las del propio Potter. La comprensión de lo que es esa magia antigua es el pilar de una historia ambientada en el Siglo XIX del Mundo Mágico, que se relaciona también con la lucha de los duendes por acceder a la magia y una banda de magos tenebrosos con malas intenciones.

    Pero lo que sostiene Hogwarts Legacy no son esas disputas, sino lo mismo que funciona tan bien de los libros y de las películas: la aventura, los misterios, y el mundo en sí mismo, siempre tan interesante y sorprendente. Las situaciones menos graves, las que tienen menos que ver con las grandes amenazas, son las que mejor funcionan. Lo que nos hace sostener el mando con una sonrisa de oreja a oreja son los muchos momentos mágicos, los paralelismos y las referencias (¡por supuesto que bebemos la poción multijugos!), la exploración de la vida en el mundo de Harry Potter. Y aunque es cierto que en la última parte la trama va tomando ese tono grave que no le sienta tan bien, tiene más predominancia la aventurilla y el misterio que el gran conflicto.

    La historia arranca de manera increíble, frena casi en seco durante un par de horas y después vuelve a coger un ritmo constante y creciente. También en lo jugable. Las misiones principales son propias de una aventura de acción que nos lleva más allá de Hogwarts y sus muchos secretos, pues exploramos además un mundo abierto que no abarca solo las lindes de la escuela y Hogsmeade, sino un amplio espacio de las Tierras Altas de Escocia de este universo ficticio.

    Así, las misiones principales nos harán adentrarnos en fases y mazmorras, muchas veces acompañados por otros personajes, donde se combina la exploración utilizando muchas magias para abrirnos paso (incendio para quemar telarañas, accio para acercarnos objetos lejanos, etc.), los puzles y los combates. Los rompecabezas, que también requieren el uso de hechizos, son sencillos pero interesantes en la mayoría de las ocasiones, pero hay algunos que nos han sorprendido muchísimo. Y los enfrentamientos, aunque empiezan siendo demasiado simples, no tardan en convertirse en todo un espectáculo, pero hablaremos de ellos más adelante. También hay ciertos momentos donde se incita al sigilo, pero es muy simplón.

    Las misiones principales, por cierto, son lineales y las mismas para todos los jugadores: las opciones en los diálogos no sirven más que para conseguir más información, aunque hay una excepción con una cadena de misiones que nos deja elegir si queremos aprender las maldiciones imperdonables. No es este el fallo de la historia, sino los palos que a veces se pone en la rueda, frenando en varios momentos el buen ritmo que llevaba. Es el mismo problema que afecta a muchos otros títulos del género.

    Las 21 horas que hemos tardado en completar la campaña habrían sido al menos un par menos si no nos hubieran puesto limitaciones de nivel en algunas misiones (aun así, si uno se centra en la historia se encontrará con picos de dificultad) o si no nos hubieran exigido hacer tareas para los profesores a cambio de que nos enseñen nuevos hechizos. Esto, por cierto, es algo decepcionante, ya que la experiencia de ser alumno en Hogwarts, de ir a clase, está muy diluida: de cuando en cuando un profesor nos mandará una tarea, consistente en conseguir y utilizar algún objeto en combate en la mayoría de los casos, y tras hacerlo acudimos a su clase para que nos enseñe un hechizo nuevo.

    Esa exigencia de hacer contenido secundario de vez en cuando para avanzar por la trama principal es una molestia, pero no es la única, ni la mayor. No paramos de conseguir nuevo equipamiento (se puede cambiar su apariencia por cualquiera que hayamos conseguido, lo que es una suerte porque muchos objetos son muy feos), por lo que tenemos que acceder constantemente a una pantalla de personaje a lo Destiny para cambiar entre las distintas piezas, que además se podrán mejorar tras progresar un poco en la aventura; y por supuesto, acudir a las tiendas de Hogsmeade para venderlas si no queremos quedarnos sin espacio y tener el dinero que nos exigirán para algunas tareas. También hay cartas que nos mandan profesores y alumnos, la lista de misiones, el mapa al que accedemos para establecer rutas y usar el viaje rápido, un sistema de recompensas al completar ciertas acciones… En definitiva, el problema está en que estamos demasiado tiempo en un menú más lento y engorroso de lo que nos gustaría. Y trastear en un menú no es divertido. Mucho menos cuando el mundo que hay detrás de él es así de mágico.Come from Online Betting Site

    Un mundo mágico enorme repleto de contenidos secundarios

    La recreación de Hogwarts y sus alrededores que ha hecho Avalanche es increíble. Mágica. De no creérselo. Para el fan de Harry Potter es un sueño hecho realidad. La Escuela de Magia y Hechicería es enorme, muy densa y con detalles en cada esquina. No hablamos solo de las aulas, el Gran Comedor, el campo de Quidditch (que lamentablemente no se puede jugar), la Gran Escalera, las salas comunes de cada casa y muchos otros espacios que hemos visto en las películas. Son también los pasillos, los puentes, las torres, los pasadizos nunca mostrados. Las muchísimas salas secretas que albergan todavía más secretos, más puzles, guiños y muchísimo lore. Es un enorme laberinto por el que, con el paso de las horas, nos movemos sin necesidad de marcar el punto de ruta en el mapa. Aunque hay un pero: si al principio rebosa vida por el ir y venir de estudiantes, pronto se ve el cartón piedra, provocado porque con la mayoría de los personajes no podemos interactuar — pero sí se oyen conversaciones curiosas entre ellos y se ve a poltergeists sembrando el caos—.

    Pero es que Hogwarts Legacy no es solo el colegio. Hogsmeade es alucinante. Su estructura imposible, sus tiendas repletas de color y sorpresas, sus calles repletas de gente, sus hogares con una decoración cuidadísima . Y más allá. El siniestro Bosque Prohibido, repleto de animales y criaturas fantásticas. Y todavía más allá. Los montes, los lagos, las praderas, las minas, la costa y los pequeños pueblecitos desperdigados por todo ese mapa, con menos personalidad que Hogsmeade, pero igualmente muy trabajados. Todos estos lugares los podemos explorar a pata, pero también sobre nuestra escoba mágica y con otros métodos de desplazamiento rápido que dejaremos que descubráis por vosotros mismos porque merece la pena.

    ¿Y qué se hace en ese mundo? Pues hay un poco de todo, como es habitual en un juego de este tipo. Y en la calidad también hay un poco de todo. Además de las misiones de la historia principal hay otras categorías. Hay tres cadenas de misiones que el juego llama relaciones de amistad, que fácilmente pasarían por misiones principales: nos presentan a tres estudiantes dispares y complejos con los que vivimos aventuras que abordan temas interesantes y que generan una variedad de situaciones. Un escalón por debajo están las misiones secundarias, que las hay desde las que cuentan historias interesantes hasta las que nos mandan a recoger flores; sin embargo, hay una genial, al nivel de las mejores misiones de la campaña que, lamentablemente, es exclusiva de la versión de PS5.

    Pero no todo son misiones: por el mundo (todo ello representado con iconos en el mapa) encontramos campamentos de enemigos, pruebas de velocidad con la escoba, globos que explotar mientras volamos, mazmorras breves por lo general poco inspiradas, grutas del tesoro, animales que rescatar y otras tantas cosas entre las que destacan las Pruebas de Merlín, una suerte de puzles, cada cual con su particularidad, que nos han recordado a los rompecabezas que nos encontrábamos por sorpresa en el Hyrule de The Legend of Zelda: Breath of the Wild.

    “Animales que recoger”, decíamos. Ahí es donde entra una parte de Hogwarts Legacy que para algunos será algo secundario, y para unos pocos quizá hasta una molestia cuando descubran que tienen que acudir cada pocas misiones para poder equiparse un gorro o coger una poción. Pero para mucha gente será la cosa a la que más jueguen en 2023. Hablamos de la Sala de los Menesteres, un lugar totalmente personalizable, un enorme hogar que decorar al gusto con cuadros, muebles, alfombras y mucha parafernalia que conseguiremos en nuestras aventuras. También será aquí donde crearemos pociones y cultivemos plantas, y donde añadiremos ventajas y mejoras al equipamiento.

    La Sala de los Menesteres, en constante crecimiento a lo largo de la campaña, alberga en su interior algo todavía más maravilloso. Varios ecosistemas (praderas, costas…), como el que guarda Newt Scamander de Animales Fantásticos en su maletín. Allí podremos llevar a los animales mágicos que rescatemos por el mundo: bolas de pelo de ojos saltones, sapos un poco asquerositos, pájaros preciosos y muchas otras criaturas. No solamente estarán ahí para complacernos la vista, sino que forman parte de la economía interconectada del juego: al darles de comer y cepillarlos nos dan recursos únicos de cada especie que sirven para elaborar pociones.

    Un combate en el que saltan chispas

    Las pociones, además de plantas como las mandrágoras, facilitarán las cosas en los enfrentamientos contra una variedad de enemigos: arañas, trols, sapos gigantes, lobos, zombis, armaduras mágicas, enormes bestias, duendes, magos tenebrosos y algunos jefes finales que no son brillantes, pero que suponen un reto si se va justo de nivel. El sistema de combate de Hogwarts Legacy nos ha sorprendido. Si bien es cierto que al principio es bastante simple, al final las mecánicas permiten a cada jugador expresarse, elegir cómo combatir.

    Nuestro mago o nuestra bruja tiene un disparo mágico básico y un montón de hechizos que tienen un breve tiempo de espera para reutilizarlos. Podemos lanzar bolas de fuego, atraer a los enemigos, hacer que vuelen por el aire, estamparlos en el suelo, transformarlos, lanzarlos, y si nos versamos en las artes oscuras, hasta hacer que combatan entre ellos; además, se pueden mejorar en el árbol de talentos, por ejemplo, que al lanzar Incendio se cree un círculo de fuego a nuestro alrededor o que la congelación afecte a más enemigos.

    Los hechizos de combate se dividen en tres categorías, y algunos enemigos son invulnerables hasta que los golpeamos con un hechizo del tipo correcto. Por supuesto, hay que esquivar sus golpes imparables, y estar rápidos con el escudo cuando nos vaya a impactar un golpe de algún adversario para pararlo y lanzar un contraataque al enemigo al que estuviéramos atacando. Además, hay objetos por el escenario que podemos lanzar, como barriles y pedruscos, y en algunos entornos hasta puentes que romper para que caiga al vacío quien estuviera en él, algo que se da en pocos momentos porque el diseño de las arenas de combate no es precisamente lo mejor del juego.

    Hay otro elemento más: la magia antigua. Haciendo daño sin pausa, rompiendo escudos y con otras acciones llenamos un medidor que también se recarga recogiendo unas motas que sueltan los enemigos. Gastando una de las barras podemos lanzar una poderosa magia que arrasará a los combatientes normales, y que será imprescindible para acabar con algunos de los jefes más temibles.

    Todo esto suena genial, y lo es, pero hay un pero muy importante: el control. Podemos tener cuatro hechizos seleccionados que lanzamos pulsando el gatillo más el botón frontal correspondiente. Pero como ya hemos mencionado, hay muchos más hechizos. Para cambiar entre los distintos grupos de cuatro hechizos pulsamos el gatillo y el botón de la cruceta correspondiente, algo que es más fácil de decir que hacer cuando estamos combatiendo contra decenas de enemigos, tratando de esquivar y bloquear sin parar. Al final se le coge el tranquillo, pero ni es ágil, ni es cómodo.

    Un mundo precioso con bugs no tan mágicos

    En lo que no hay duda es que el combate es espectacular: los efectos de las magias, las chispas, los escudos, los impactos. Es una pasada, y si tenéis un televisor con HDR lo vais a ver en toda su grandeza. Pero para grandeza la de el mundo de Hogwarts Legacy. No nos cansamos de alabar la recreación visual de Hogwarts, Hogsmeade y sus alrededores, pero es que técnicamente también es fascinante, sobre todo en lo que se refiere a la iluminación, el detalle de las texturas y la frondosidad de los escenarios, aunque si bien es cierto que todo es más genérico cuanto más al sur del mapa se viaja.

    La versión de PS5
    Los jugadores de PS5 sin un televisor de 120 hercios tendrán que elegir entre un modo fidelidad (con y sin trazado de rayos) que se percibe poco fluido, o un modo rendimiento que luce algo borroso en una pantalla grande. Sin embargo, las pantallas HFR tienen otros dos modos, uno rendimiento con ‘framerate’ desbloqueado, y otro equilibrado (40 FPS), que a nuestro juicio es la mejor opción.

    En los personajes, sin embargo, hay un poco de todo. Todos los personajes principales y muchísimos de los secundarios están a muy buen nivel, pero obviamente la calidad baja con los estudiantes sin nombre que recorren el castillo y los habitantes anónimos de los pueblos. Lo más chirriante son las expresiones faciales, no las de los secundarios, que están a buen nivel, sino las de nuestro propio avatar: quizá ese editor cargado de opciones haga difícil el trabajo en la animación de las caras. Tampoco podemos dejar de mencionar los errores visuales que hemos visto de vez en cuando: capas comportándose de manera errática, magos atravesando muros, y cambios bruscos en la luz de cuando en cuando.

    También parece haber algún error, al menos en el correcto doblaje al español (no se puede cambiar el idioma de las voces desde el menú), con el posicionamiento del sonido: de manera muy eventual hemos sufrido cómo personajes que tenemos a nuestro lado se oyen muy bajo, y otros que ni siquiera vemos los oímos como si nos susurraran al oído. Por lo demás, el trabajo en los efectos de sonido es genial, que acompañan una banda sonora original, pero con reminiscencias a la música de las películas, que ambientan de lujo toda la partida. Cabe destacar también que hay muchas opciones de accesibilidad, que siempre son bienvenidas.

    Conclusión

    Este es el juego que llevan toda la vida esperando muchos aficionados del universo de Harry Potter. Para otros tantos jugadores, será otro RPG de acción en mundo abierto hecho con un molde y con una estructura que empieza a cansar y cuyos defectos son de sobra conocidos. A pesar de sus problemas de ritmo iniciales, la campaña nos ofrece situaciones mágicas y momentos espectaculares, y fases que mezclan con tino los puzles de entorno y unos combates con un dinamismo y una espectacularidad que nos ha sorprendido. La experiencia soñada de ir a clase en Hogwarts está un poco aguada, pero entre la ingente cantidad de contenidos secundarios hay muchos que valen la pena: algunas secundarias al nivel de la historia principal, las interesantísimas misiones de amistad y las curiosas Pruebas de Merlín, por mencionar algunas. Y por supuesto, está la Sala de los Menesteres, que para los fanes de títulos de decoración y cuidado de animales será como su segunda casa durante muchas semanas. Pero lo que separa a Hogwarts Legacy de otros de su especie es ser Hogwarts Legacy: la impresionante recreación de la Escuela de Magia y Hechicería, y de todo el mundo que lo rodea. Pasear por las líneas que leímos. Entrar en las habitaciones que no pudimos ver en la butaca del cine. Hogwarts Legacy tiene defectos, pero cuando los sueños se hacen realidad siempre los tienen.

    Hemos realizado este análisis gracias a un código para PS5 ofrecido por Warner Bros. Games.

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